HISTORIAS DE VIDA
Las verdaderas Apoyos que cambian las expectativas sobre el futuro acciones que logran transformar las vidas de los seres humanos son sencillas pero contundentes. Cuando el Gobierno Nacional apoya a un joven que se ha sentido desprotegido por el Estado toda su vida, los cambios en su percepción y en sus esperanzas del mundo que lo rodea son extraordinarios.
Las verdaderas Apoyos que cambian las expectativas sobre el futuro acciones que logran transformar las vidas de los seres humanos son sencillas pero contundentes. Cuando el Gobierno Nacional apoya a un joven que se ha sentido desprotegido por el Estado toda su vida, los cambios en su percepción y en sus esperanzas del mundo que lo rodea son extraordinarios.
Apoyos que cambian las expectativas sobre el futuro
Su liderazgo ahora está de la mano de una noble ambición: desea terminar su carrera y crear en corto plazo una fundación para apoyar a niños desplazados por la violencia, de manera que no tengan que sortear las dificultades que él vivió en carne propia.
Este joven está seguro de que no son los regalos sino la educación la que conseguirán la verdadera, estable y definitiva paz que todos los colombianos anhelamos. Elkin José Espitia González, a sus veinte años de edad, es una de las tantas víctimas del desplazamiento forzado y de la violencia de los grupos armados ilegales que ha azotado muchas regiones de Colombia. Siendo el menor de ocho hermanos, vivía consentido por sus padres en San Pedro de Urabá, Antioquia, en donde la familia tenía una casa y una finca, y aunque no disfrutaban de grandes comodidades, no les faltaba nada esencial.
Un día su padre, tal vez por ser amigo del alcalde de entonces, fue amenazado. Hombres armados y encapuchados lo golpearon, hirieron y amenazaron de muerte delante de toda su familia, dándole posteriormente un ultimátum para que abandonara el pueblo luego de asesinar al alcalde. La numerosa familia debió disgregarse por un tiempo en casa de tíos y amigos, pero finalmente, al cabo de un tiempo todos se reunieron de nuevo en el municipio de Cotorra, Córdoba, y luego viajar a Puerto Escondido, también en Córdoba, en condiciones de unión pero de pobreza extrema. Educación contra el “no futuro” Su padre siempre fue un convencido de que la única salida de ese “no futuro” para sus hijos era la educación. Unos sacerdotes le ofrecieron que si se trasladaba a Montería, le ayudarían con los estudios de algunos de sus hijos. Con esta meta, todos los miembros de la familia trabajaron en oficios humildes hasta que lograron ahorrar para comprar un pedazo de tierra en Montería, donde construyeron una casa de cartón, madera y plásticos, pues las condiciones eran muy difíciles para ellos. Tan dura fue la situación que a sus escasos nueve años de edad Elkin José iba a la orilla de un río a lavar carros de dos a diez de la mañana, luego reciclaba y vendía cartón, y después regresaba al río a continuar con su labor de lavado de vehículos de tres de la tarde a diez de la noche. Finalmente, con al apoyo de su familia, de los sacerdotes y de Acción Social pudo validar su bachillerato, pero aún no tenía grandes sueños como no fuera comprar una casa a su familia. Por algunos compañeros se enteró que el programa de Acción Social de la Presidencia de la República otorgaba a personas como él un Incentivo a la Educación Superior, consistente en un apoyo económico de $530.000 semestrales para estudiar. Este programa se articulaba con la posibilidad de crédito del ICETEX. La falta de este crédito era el principal obstáculo para hacer realidad su nuevo sueño de estudiar, pero con sorpresa y alegría se enteró por el mismo ICETEX que uno de sus padres podía ser su codeudor, siempre que no estuviera reportado en las centrales de riesgo crediticio. Más pronto de lo que pensaba ingresó a la Corporación Unificada Nacional de Educación Superior (CUN) en el programa técnico profesional de Administración de Servicios de Salud, en el que además del apoyo económico y formativo para jóvenes emprendedores de Acción Social, cuenta con un crédito de 100% de la matrícula y un subsidio de $630.000 semestrales otorgados por el ICETEX para sus desplazamientos, libros, fotocopias y alimentación. Este apoyo del Estado lo motivó a ser más participativo y a ejercer con mayor vehemencia su ciudadanía. Hoy es presidente del Consejo Municipal de la Juventud de Montería y cree que los jóvenes están llamados a participar en las acciones de cambio, por pequeñas que sean, para mejorar las condiciones de los menos favorecidos. Devolver oportunidades recibidas.
Su liderazgo ahora está de la mano de una noble ambición: desea terminar su carrera y crearen corto plazo una fundación para apoyar a niños desplazados por la violencia, de manera que no tengan que sortear las dificultades que él vivió en carne propia.
Es de las personas que en cada dificultad ve una oportunidad. Como emprendedor, no se detiene ante los obstáculos. Los problemas los concibe como metas de superación, pero sabe que serán sorteables siempre que existan alternativas de apoyo estatal con base en el esfuerzo propio. Este joven se ha sorprendido de que programas como Acción Social de la Presidencia de la República o entidades como el ICETEX sean tan accesibles y fáciles de aprovechar para quien tiene verdadero interés en progresar por el camino recto. Su dedicación a los estudios, su liderazgo y su integridad han sido tan notables que los directivos regionales de Acción Social, a través de una fundación aliada, lo han contratado para proseguir con el trabajo de apoyo a las familias en precarias condiciones económicas y situaciones de desplazamiento, de cuyas bondades él mismo puede dar ejemplo vivo.
Este joven a sido entrevista por varios medios de comunicaciones dado que su superación personal a sido incontrolable, como lo narro en una entrevista realizada por el ICETEX.
Una de sus frases preferidas es “Sí se puede Y todo para bien”. Siempre que uno tenga un proyecto de vida claro, honrado y pacífico, tendrá las puertas abiertas a las oportunidades. El Gobierno Nacional sí ayuda, pero muchas personas no creen que sea cierto. A pesar de que este año recibió uno de los golpes más duros de su vida con la muerte de su padre, a quien no pudo cumplir en vida la promesa de comprar una casa, piensa que alcanzó a entender que estaba encaminado en la senda del progreso, paso a paso, en un proceso que si bien no es fácil, está iluminado por las sueños. Elkin José considera que la educación es el camino más seguro para mejorar de vida, lejos de otras posibilidades que a la larga terminan perjudicando a quienes quieren tomar los caminos fáciles. En este sentido es un convencido de que el esfuerzo diario en pos de una meta es la única manera de conseguir algo. A mediano plazo aspira estudiar medicina y posteriormente planea construir una clínica para niños desplazados por la violencia, en la que la mejor medicina sean las esperanzas y las oportunidades.
Su padre siempre fue un convencido de que la única salida de ese “no futuro” para sus hijos era la educación. Unos sacerdotes le ofrecieron que si se trasladaba a Montería, le ayudarían con los estudios de algunos de sus hijos, y como siempre quiso lo mejor para sus amados muchachos no lo pensó dos beses y se marcho a la ciudad, la ciudad que condeno al éxito a algunos de sus hijos en especial a Elkin Espitia su hijo menor.
http://www.icetex.gov.co/portal/Portals/0/comunicaciones/revista/Segunda_edicion.pdf
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